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Ximena Peredo / La oportunidad de los baches

Ximena Peredo

Como auténticos topos nos asomamos por entre los hoyos de nuestros caminos diarios.

Cuando llueve y el camino está encharcado hacemos prodigiosos esfuerzos de memoria para burlar el bache conocido y cuando exploramos nuevas rutas, ¡la de Dios!, vamos con el miedo del invasor cruzando terreno minado.

Si el recorrido es a pie o en bicicleta la vida se pone en riesgo. La Ciudad cayó y se hizo esto, pedazos.

Desilusionados de vivir en un Monterrey idílico que existe únicamente en el discurso político o industrial, comenzamos a verle las heridas, los tumores, golpes y amputaciones.

Un día aceptamos que más que vivir en la Ciudad del Conocimiento vivíamos en una ciudad tercermundista, contaminada, sin árboles, clasista, hecha para carros, en ruta hacia el desastre. Después de la desilusión aparece el amor.

Las sociedades perciben sus problemas con base en extrañas escalas de valores.

En nuestra Ciudad, por ejemplo, la contaminación del aire a pesar de provocar tumores, enfermedades graves y alergias, apenas comienza a representar una preocupación.

Los baches, sin embargo, consiguen indignarnos y generan un debate industrial inmediato.

Aunque ya la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción y Cemex se anotaron para vendernos sus soluciones, lo cierto es que ninguna empresa que trabaje con cemento puede hoy ser parte de la solución, pues estas tecnologías siguen promoviendo la descarga de altos contaminantes al ambiente.

Pese a esto, algunos todavía apuestan al asfalto, mientras otros, como es el caso de Cemex, apuestan al concreto hidráulico.

Aquí, sin embargo, hay un falso dilema que idealmente un Gobierno debería resolver ofreciendo alternativas que ya funcionan en otros lados o, incluso, creando soluciones propias, que respondan a los suelos y precipitaciones pluviales locales, sensibles a los problemas de contaminación de aire, inundaciones y sobrecarga vehicular.

El principal problema del concreto hidráulico es que sigue siendo una tecnología altamente contaminante no sólo por la energía que gasta, sino porque depende de la explotación extractivista de suelos y montañas (destruir para construir).

Este método tendría que usarse con discreción, únicamente en vías con alta presión vehicular.

Las calles empedradas o adoquinadas, me comenta el arquitecto Horacio Ramírez, especialista en bioconstrucción, permiten una mayor absorción de agua a subsuelo, lo cual es una condición clave para el futuro de la Ciudad.

Estos materiales tradicionales podrían ser idóneos para usarse, en cambio, en calles con tráfico local, en barrios, en plazas públicas.

La nanotecnología puede llegar también a ser una futura alternativa viable para estabilizar suelos a un precio bajísimo y con mínimos costos ambientales. En Argentina ya están comenzando a inyectar nanohierro a caminos rurales con éxito.

El habitante promedio de la Ciudad podría resolver mejor sus problemas urbanos que las autoridades. Es decir, no estamos en un escenario catastrófico. Existen inteligencias para pensar las soluciones. El mayor obstáculo es que aprendamos a percibir y a validar los problemas que vivimos. Lo que sigue será creativo o no será.

Por ejemplo, vecinos del barrio El Nejayote, en el Centro de Monterrey, están rellenando los baches de sus calles con pedacería de mosaicos y mármol. Los resultados, además de rápidos, son rellenos coloridos y originales, un hermoso retrato de la autogestión vecinal.

Y es que, en efecto, no se trata de un problema de pavimentos, sino de calles. Si el negocio está en el pavimento, la solución está en observar la calle completa: quién vive ahí (cuántos ancianos, niños), qué hacemos, cuántos necesitan facilidades especiales para salir, cuántos árboles requerimos, en qué condiciones está la banqueta, el alumbrado.

Corremos el riesgo de creer que tenemos un problema de pavimentos y no de calles. De vías, y no de intercambios. De materiales y no de mentalidades.

La ciudad caníbal no contempla a las personas, sino a sus flujos de trabajadores y de bienes. Convirtámosla en una ciudad humana: un espacio de las personas y sus relaciones.

ximenaperedo@gmail.com



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Fecha de publicación: 20 de febrero de 2015