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Deja velada grata impresión

  • El Mozart de Machuca resultó balanceado en forma y estilo. Foto: Juan Flores
Gabriel Rangel
Si hay notas capaces de dibujar una sonrisa a la audiencia son las de Rossini, y si a eso le agregamos un toque de Haydn, el resultado es aún más gratificante. Esta experiencia pueden confirmarla los asistentes al concierto de la Sinfónica de la UANL del jueves pasado.
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El programa incluyó además el concierto para piano y orquesta No. 17, en Sol mayor, K. 453, de Mozart, interpretado por Claudia Machuca como solista.

La experiencia formativa y de práctica en Europa se refleja en el quehacer pianístico de la concertista mexicana. El Mozart de Machuca resultó balanceado en forma y estilo, dando la impresión de ese fluir natural de la música aderezado con rigor en el fraseo y en los trinos. 

El ensamble universitario, bajo la batuta de Nicola Guerini, director huésped, realizó un acompañamiento loable, descollando los alientos.  

Al término de su ejecución, la pianista recibió una cálido aplauso de un público que, contrario a lo que se ha observado en conciertos anteriores, solo ocupó poco más de la mitad del Teatro Universitario, haciéndola regresar para brindar de encore un vals del también mexicano Mario Ruiz Armengol.

La velada inició con la obertura de la ópera Il Signor Bruschino de Rossini y concluyó con una modélica versión de la Sinfonía 94, "La Sopresa", de Franz Joseph Haydn. 

El director italiano realizó un gran trabajo y labor de ensamble, un concertador que realmente entiende el espíritu jovial y de espontaneidad que hay en las sinfonías del autor austriaco.

De destacarse lo que dejaron escuchar los arcos y los timbales a cargo de Gustavo Ramos.

La ovación de pie se hizo presente.

Para concluir, Guerini y la orquesta bisaron la obertura ya escuchada de Rossini, con la variante de hacerlo de la manera tradicional con que se ejecuta: los segundos violines, en ciertos compases, dan pequeños golpes de los arcos en los atriles.
Hora de publicación: 00:00 hrs.
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