Mucha razón asistía a fray Servando Teresa de Mier cuando confesaba tener miedo de quedar prisionero en los tremendos calabozos de San Juan de Ulúa. De ellos no salía vivo ni el aire. W. Davis Robinson, que vino con Mina en su malaventurada expedición, escribió en sus "Memorias de la revolución de México" una terrible descripción de esas mazmorras: "Los calabozos del Castillo de San Juan de Ulúa son espantosos sobre toda ponderación. Situados a catorce pies de profundidad sólo reciben una opaca luz por una reja pequeña inmediata al techo. La humedad es permanente, y como el suelo está debajo de la superficie del mar, el agua entra fácilmente, abriendo agujeros por los que también se introducen los cangrejos". Describe Robinson los sufrimientos de los expedicionarios que quedaron prisioneros en el terrible castillo: "El número de personas encerradas en tan pequeño espacio corrompió el aire y les produjo graves dolencias. Los centinelas solían desmayarse al abrir las puertas y respirar aquellos efluvios. La ración diaria era de cuatro onzas de pan, tres de arroz y tres de legumbres. A veces se les cercenaba, y a veces era tan mala por la falta de sal y el poco aseo, que sólo la extraordinaria debilidad podía obligarlos a comer otra cosa que el pan. En vano pidieron que se separasen los enfermos de los sanos. Indistintamente fueron separados de dos en dos, y al abrir una mañana la puerta del calabozo se vio que dos habían expirado aquella noche. Cuando por fin venía la orden de separar a un enfermo, era conducido al hospital con cadenas, las cuales no se le quitaban sino cuando la muerte había dado fin a sus tormentos".
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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