Las grandes historias nacen de gente común, que quizás lleva a cabo acciones comunes... pero de manera completamente fuera de lo común. En el lejano 1981, un taxista deja el volante que por 20 años manejó su economía familiar y compra un restaurantito -más cantina que restaurante- allá en la poco concurrida zona de El Embarcadero de la Presa de La Boca.