OPINIÓN

Gaspar Melchor y adulador.

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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¡Qué bien escribe don Alfonso Reyes cuando escribe de fray Servando Teresa de Mier! Parece que la pluma se le afina, á él, que finísima péndola tenía, para dejar en el papel conceptos llenos de exultante admiración en loor de su ilustrísimo paisano. Describe el regiomontano universal los últimos días del padre Mier en su honroso recogimiento del Palacio Nacional a donde lo había llevado la gratitud de sus conciudadanos. "Fácilmente se le imagina -dice Reyes- ya caduco, enjuto, apergaminado, animándose todavía en las discusiones con aquella voz de plata de que nos hablan sus contemporáneos; rodeado de la gratitud nacional, servido por la tolerancia y el amor de todos, padrino de la libertad y amigo del pueblo. Acaso entre sus devaneos seniles se le ocurriría sentirse preso en la residencia presidencial y, llevado por su instinto de pájaro, se asomaría por las ventanas, midiendo la distancia que lo separaba del suelo, por si se volvía a dar el caso de tener que fugarse".