Muy animada estaba la feria del 6 de agosto en el Saltillo, muy alegre. De todas partes del país habían venido mercaderes y tratantes; en largas recuas de mulas trajeron sus géneros y sus mercaderías: recios hierros forjados de Vizcaya; telas preciosas que al abrirse los cofres que las contenían dejaban escapar brillos de hilos dorados y de plata; lacas de Michoacán pintadas con todos los colores del arco iris; espuelas sonoras de Amozoc; rebozos de Santa María que podían pasarse por un anillo; recios cobijones de Tlaxcala, de trama tan cerrada y urdimbre tan firme que en ellos era posible llevar agua sin que una sola gota se filtrara por el tejido. De pueblos y lugares vecinos a Saltillo llegaban los ganaderos y ponían en venta bueyes y caballos, mulas potentes, ovejas y cabras baladoras. Los tlaxcaltecas de mirada hierática, silenciosos como esfinges, ofrecían sin decir palabra sus sarapes famosos de Saltillo, riquísima gala que ponía orgullo en su poseedor.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.