OPINIÓN

Revolución sin cambios.

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Madero es un molesto remordimiento de conciencia, el constante recordatorio de que su ideal democrático no se ha cumplido aún.Una de las más extrañas paradojas de la Historia de México es que la única verdadera revolución que ha habido en este país la hizo alguien que no quería ser revolucionario, que se esforzó hasta el final para no serlo.En efecto, don Francisco I. Madero no quería cambiar por medios violentos el estado de cosas reinante en la nación. Fueron las circunstancias -y la presión ejercida sobre él por parientes, amigos y partidarios- lo que finalmente lo llevó a autorizar el contenido del Plan de San Luis, en el que se llamaba al pueblo a una revolución. Digamos, de pasada, que existe una curiosa leyenda según la cual el dicho plan fue redactado por un poeta: Ramón López Velarde, nada menos. Madero pensaba que las cosas podrían cambiar en México "por las buenas". Llegó al extremo -de ingenuidad, dirían algunos con razón- de buscar una entrevista con don Porfirio Díaz, en el curso de la cual casi le suplicó que atendiera las voces que pedían un cambio, siquiera fuese parcial, en la política de México. El viejo militar respondió a esos ruegos con burlas que a Madero lastimaron mucho y que lo llevaron a la conclusión de que sólo mediante el uso de la fuerza podría lograrse la transformación.Yo no me explico por qué la historia oficial habla de "la Revolución" como de un largo movimiento que, iniciado por Madero, incluyó las luchas en que participaron gentes como Carranza, Obregón, Calles y Cárdenas. Lo cierto es que la única revolución verdadera fue la maderista. Duró muy poco, merced al patriotismo de don Porfirio Díaz, quien renunció al poder antes que ahogar al país en sangre. Ese patriotismo no le ha sido reconocido a don Porfirio por los historiadores de nómina y quincena. Ellos han condenado al general Díaz -uno de los más grandes mexicanos que ha existido- a estar en el basurero de la historia. Espero que algún día se le reconozca a don Porfirio el mérito que tuvo al ejercer un patriotismo que Juárez nunca supo ejercitar: el supremo patriotismo de la renunciación.Sólo el movimiento de Madero fue auténticamente revolucionario. Los demás fueron movimientos de "quítate tú para ponerme yo". Otra curiosa paradoja de nuestra historia podemos anotar aquí: en la historiografía oficial de "la Revolución" son héroes tanto los asesinados como los asesinos. A Obregón se le ha atribuido la trágica muerte de Carranza. Tanto el muerto como el presunto matador son héroes oficiales. El pueblo es más honesto: en mi ciudad, Saltillo, que guardaba la memoria de Carranza, un viejo carrancista era llevado a la cárcel municipal un día sí y otro también porque se la pasaba quitando las placas con el nombre de Obregón que se pusieron en la calle de ese nombre.