OPINIÓN

Señores y asesinos

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Madero nunca mató a nadie. Antes bien salvó de morir a quienes fueron sus enemigos. El mismo sacó al general Navarro de la celda en que ya se le tenía en capilla para fusilarlo, y en su propio automóvil lo condujo a la frontera con Estados Unidos para que pudiera escapar. Luego, en vez de fusilar a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, que se habían levantado contra el gobierno electo por el pueblo, les perdonó también la vida, y les cambió la segura sentencia de muerte por la de prisión. No sabía matar Madero. Sus enemigos sí.