Cambios de aroma y sabor (enranciamiento), son señales de la degradación de un aceite reutilizado. Crédito: iStock
Aportan aromas y texturas a los alimentos, pero los aceites de cocina también aportan al plato sus ácidos grasos esenciales y vitaminas liposolubles.
La acroleína es una toxina que se forma a partir de la degradación de ácidos grasos libres, del glicerol. Cualquier aceite la puede generar si se excede el punto de humo.