La reciente degradación de la deuda soberana de Estados Unidos por parte de Moody's Investors Service no sólo eliminó la última calificación AAA que mantenía el país, sino que también lanzó una crítica implícita al resto de las agencias calificadoras, especialmente a Standard & Poor's (S&P). Esta última, tras más de una década de haber llevado a cabo la primera reducción de la calificación en 2011, ha guardado silencio respecto al continuo deterioro en la solvencia que ha observado el gobierno estadounidense.