OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Recuerdo de homenaje merecen los pequeños comerciantes que en el viejo Saltillo tenían sus tiendas, aquellos pequeños tendajos cuyas puertas se abrían antes de salir el sol y se cerraban mucho tiempo después de que el sol se había metido. Tiendas de barrio aquellas, entrañables, que formaban parte de la vida cotidiana de los saltillenses. Los tiempos que se vivían eran muy duros. Los compradores no podían comprar más que de fiado, y no podían vender los vendedores sino fiado. Había un sistema llamado "de libreta". Una tenía el cliente, otra el comerciante, y en las dos se anotaban las compras y ventas que se hacían. Periódicamente -en la quincena, al fin de mes- las dos libretas se compulsaban; se hacían cuentas; se pagaba, y a comenzar de nuevo.