De mal en peor, y de peor en pésimo, iba la causa de los insurgentes. El 15 de marzo de 1815 don Miguel Bravo fue sorprendido en Chila, cerca de San Juan del Río, por un jefe realista apellidado De la Madrid. Se refugió don Miguel en la casa del cura del lugar, pensando que ahí no sería hallado, pero el realista entró a caballo a la casa, sin desmontar fue por las habitaciones, y cuando halló a don Miguel lo cogió por una mano y a tirones lo sacó. Un mes después fue fusilado Bravo en Puebla. Acapulco, que con tanto trabajo había sido tomado por los insurgentes, se perdió. Fue tan grande la rabia de Morelos al saber que el rico puerto volvería a manos del virrey, que ordenó el incendio de la ciudad y su destrucción total, de modo que no quedara piedra sobre piedra. Jamás se llevó bien con Acapulco don José María Morelos. Seguramente hay calle en el hermoso puerto con el nombre del caudillo, y por eso me resisto a reproducir el texto de la orden que dio Morelos, no sea que le quieran quitar el nombre a esa calle. Pero ni modo: la historia es la historia, y venga lo que sea. He aquí la tremebunda orden que Morelos dio:
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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