Aquel 20 de agosto de 1813 el pendón de España fue arriado de su asta en el fuerte de San Diego y en su lugar flameó orgullosa la enseña azul y blanca de los insurgentes. Formados en el gran patio del castillo, los soldados realistas que con heroísmo extremo lo habían defendido aguardaban el momento de rendir sus armas. Tenían sus fusiles con el cañón apoyado en el suelo, y frente a ellos habían arrojado todas las balas de sus cartucheras, pues los términos de la capitulación imponían pena de la vida al soldado a quien se hallase en posesión de una bala. En un extremo del patio estaban todos los pertrechos, armas y vituallas que en virtud de la rendición el capitán Vélez debía entregar a Morelos: 400 mosquetes, 145 lanzas, 50 espadas, 35 machetes surianos y las escasas provisiones de boca que a los defensores habían quedado. Además de todo eso tomaron los insurgentes 90 piezas de artillería, más de 20 mil balas de cañón, dos morteros y 50 cajas de pólvora.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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