OPINIÓN

Los puros impuros

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Los liberales, jubilosos, se atribuyeron el vencimiento de Santa Anna y se consideraron a sí mismos héroes por haberlo hecho huir. Mentira. Santa Anna escapó de la ciudad de México por puro desgano, como otras veces ya lo había hecho. Era hombre que no gustaba de líos de política; al primer indicio de oposición se enojaba, cuando no se aburría, y se largaba luego. Decir que la revolución de Ayutla derrocó a Santa Anna es tan absurdo y falso como sostener que la revolución de Madero tumbó a Díaz. Mal podía provocar la caída de aquel señorón que era don Porfirio un acontecimiento tan insignificante como la toma de Ciudad Juárez, que a principios de este siglo era un villorrio fronterizo que al verlo uno en el mapa no sabía si se trataba de una población o de la falta de respeto de una mosca a la cartografía nacional. A don Porfirio no lo hizo abandonar el poder la Revolución; se fue por patriotismo y por acendrado amor a México. No podía mantenerse en la presidencia -lo cual habría podido lograr- sabiendo que los Estados Unidos apoyarían la revuelta con armas y dinero y que eso ensangrentaría a la nación. Alguna vez se reconocerá al hombre de Oaxaca el supremo heroísmo de que dio muestra al renunciar.