OPINIÓN

Una venganza insurgente

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Le pusieron un sombrero de palma muy corriente y sucio, de pelado, y lo envolvieron en una manta vieja y llena de agujeros, semejante a aquellas con que se cubrían los más bajos individuos de la plebe. Así, vestido ridículamente, don Leonardo Bravo fue llevado a la Ciudad de México, prisionero de Calleja, que lo había sorprendido en la hacienda de San Gabriel poco después de acabado el sitio de Cuautla.