OPINIÓN

Ciudadanxs notables

TRANSVERSAL / David Gómez-Álvarez EN EL NORTE

02 septiembre 2020

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
La participación ciudadana es ingrata: hay que dedicarle mucho tiempo y deja pocas satisfacciones. Por lo general resulta frustrante, pues se pone mucho empeño y los resultados suelen ser pírricos. Existen muchos más ejemplos de participación inducida, simulada y hasta manipulada, que de un auténtico involucramiento cívico. Participar en los asuntos públicos supone para el ciudadano un costo de oportunidad enorme: se tiene que estar dispuesto a sacrificar tiempo libre o de trabajo para dedicárselo -de forma honorífica, en todos los sentidos- a temas complejos. Y cuando lo hace, se topa con profesionales de tiempo completo que defienden su esfera de influencia política como si fuera privada. De suerte que la relación entre el gobierno y la sociedad civil es, por antonomasia, asimétrica en recursos y capacidades, lo cual desalienta la participación ciudadana.