No hubo puerta a la que no llamara doña Manuela Rojas y Taboada en su largo peregrinar para salvar la vida de su esposo, don Mariano Abasolo. ¡Cuántas veces hubo de humillarse, cuántos desaires recibió! Ella, tan noble dama de fortuna, tan acostumbrada a mimos y cuidados, debió hacer antesalas, tratar con ujieres y lacayos, suplicar a groseros militares o a fríos cortesanos indiferentes. Más de 3 mil kilómetros recorrió por aquellos aspérrimos caminos de la Nueva España: de Guanajuato a Guadalajara, de Guadalajara a Querétaro, de Querétaro a México. Llorando en muchas partes, implorando en todas, iba obteniendo cartas para llevar a los jueces en cuyas manos estaba la suerte de su esposo. Obtuvo varias de españoles cuya vida había sido salvada por Abasolo, que rescató a muchos de las manos de sus verdugos en aquellas terribles, inútiles matanzas de Guadalajara y Valladolid que ordenó Hidalgo para saciar la sed de sangre de su turba. Siguió por muchos días doña Manuela al ejército de Calleja en busca de la oportunidad de hablar con el cruel jefe realista. Muchas veces tuvo que ir a pie; casi siempre viajó a lomos de un borriquillo tirado por un fiel criado. Ninguna distancia era grande para ella si recorriéndola podía allegarse un testimonio favorable a su marido, o una buena recomendación.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
LEE SU TEXTO AQUÍ DIARIAMENTE