OPINIÓN

El derrumbe.

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Al comenzar 1817 parecía que la lucha por la independencia se había agotado. Muertos unos caudillos, indultados otros, enemigos los demás entre sí, la insurrección ya casi no existía. En el vasto salón de su palacio en la Ciudad de México el virrey don Juan Ruiz de Apodaca podía muy bien jactarse de que su reino estaba en paz, y que los pocos insurgentes que quedaban no eran soldados, sino bandidos.